La coordinación motora fina es toda aquella
acción que compromete el uso de las partes finas del cuerpo: manos, pies y
dedos. Se refiere más a las destrezas que se tienen con dichas partes en forma
individual o entre ellas, por ejemplo, recoger semillas con los dedos de la
mano o pañuelos con los dedos de los pies.
La coordinación viso motriz es parte de la motricidad
fina, pero aquí, además de la destreza con las partes finas del cuerpo implica
la coordinación de éstas con la vista.
En ella se consideran habilidades como dirección, puntería y
precisión. Entre algunas actividades tenemos rasgar, enhebrar, lanzar, patear,
hacer rodar, etc.
¿Sabías que el realizar actividades manuales como punzar, pasar, encajar
figuras, prepara las manitos de tu niño para aprender a escribir e incluso para
la adquisición de futuros aprendizajes?
Cuando un niño presenta problemas en la lectoescritura, una de las causas puede
ser que no se le da la importancia necesaria a la estimulación de la motricidad
fina desde su primer mes de vida, la cual se refleja posteriormente en
movimientos de mayor precisión que son requeridos especialmente en tareas donde
se utilizan de manera simultánea el ojo, mano, dedos como por ejemplo: rasgar,
cortar, pintar, apilar objetos, colorear, enhebrar, escribir, y que permiten al
niño ejercitar su vista al momento de leer (seguimiento visual de izquierda a
derecha, y de arriba abajo), clave para la adquisición de aprendizajes.
Algo muy importante que los padres deben tener en cuenta es que
el desarrollo de la motricidad fina no empieza desde los 3 años, sino desde el
nacimiento, porque el bebé puede coger un objeto con toda su mano por un acto
reflejo. Posteriormente deja este reflejo para coger objetos deliberadamente,
pues va dominando y coordinando sus propios movimientos, cada vez con mayor
precisión.
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